
Mirando a través de la ventana busco la excusa de ¿por que no escucho tu voz?
Con cientos de ánimas en mi habitación convivo a diario,
los pies sienten frío y mi cabeza el galopar de la histeria.
No veo ni una señal de humo, pero el hombre de la pared dice que no desconfíe,
tomo de nuevo el libro y escucho las terapias.
Mis rejas se han multiplicado, y los seguros de la puerta ya no caben la misma,
un vago pensamiento deja un aroma a "no te aferres",
necio, levanto la mirada, mis oídos no lo perciben,
mi mano no responde y como alcoholizada se tambalea en el blanco papel.
Las nubes evitan la mirada y a través de las rejas las veo pasar.
Los entes de mi habitación sin un murmuro observan mi locura, y mis ojos casi se cierran a este hermoso atardecer.
girando eso al rededor de mi me pregunto: ¿acaso soy tan débil?
aún sigo volteando al este esperando ver no sé que
lo único que sé es que es en esa dirección.